Hacía tiempo lo venía cruzando pero a lo lejos. Distinto fue la primera vez que lo ví bien cerca.
Era de noche y llovía, baje del colectivo en la parada de mi casa, no se de donde vendría, pero estaba despistada y no percibí que él estaba sentado cubriéndose y escondido. Al verlo tan de cerca tuve una sensación de frío centrifugo en todo mi cuerpo, mezclado con una confusión casi de borrachera; pero estaba sobria.
Sentí miedo, curiosidad, desolación, prisa por llegar a casa, ganas de abrazarlo, de volverlo a mirar también quería salir corriendo.
A las dos cuadras, ya en casa, me senté y me di cuenta que èl era igual al “homeless” de la película “Les amants de Pont-Neuf”. Pero no hablo porque viva en la calle, sino porque es increíblemente parecido; fantaseo con que se hayan inspiraron en él.
Los años pasan y mis sentimientos son un poco más organizados con este personaje popular del barrio que no deja de sorprenderme. Tengo hacía él amor-odio y miedo-cariño, inevitablemente lo encuentro, lo descubro y sin querer lo espío.
Mi Denis Lavant es nada más y nada menos que uno de los “homeless” de mi barrio y ya quería presentarlo y compartirlo.
Mas inofensivo que la portera de al lado, menos atractivo que el vecino de la esquina.
Es verdaderamente un equilibrio entre desopilante, sorprendente, admirable y temible.
Era de noche y llovía, baje del colectivo en la parada de mi casa, no se de donde vendría, pero estaba despistada y no percibí que él estaba sentado cubriéndose y escondido. Al verlo tan de cerca tuve una sensación de frío centrifugo en todo mi cuerpo, mezclado con una confusión casi de borrachera; pero estaba sobria.
Sentí miedo, curiosidad, desolación, prisa por llegar a casa, ganas de abrazarlo, de volverlo a mirar también quería salir corriendo.
A las dos cuadras, ya en casa, me senté y me di cuenta que èl era igual al “homeless” de la película “Les amants de Pont-Neuf”. Pero no hablo porque viva en la calle, sino porque es increíblemente parecido; fantaseo con que se hayan inspiraron en él.
Los años pasan y mis sentimientos son un poco más organizados con este personaje popular del barrio que no deja de sorprenderme. Tengo hacía él amor-odio y miedo-cariño, inevitablemente lo encuentro, lo descubro y sin querer lo espío.
Mi Denis Lavant es nada más y nada menos que uno de los “homeless” de mi barrio y ya quería presentarlo y compartirlo.
Mas inofensivo que la portera de al lado, menos atractivo que el vecino de la esquina.
Es verdaderamente un equilibrio entre desopilante, sorprendente, admirable y temible.
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